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EDITORIAL

Disculpen, puritanos ortodoxos y mujeres que puedan llegar a ruborizarse, hemos sacado a Bogotá de entre sus sábanas y la hemos transmutado en Afrodita. Descubrimos sus esbeltas caderas y su delicado cuello. Bañamos su boca en lujuria y  secamos cualquier rastro de inocencia en sus ojos. La desnudamos y la penetramos hasta ver el más recondito de sus rincones.


Escandalícense, violamos la ciudad hasta encontrar los lugares y sentimientos más censurados, incluso uno que otro gemido. Sexshops, videochats eróticos, títeres pornográficos, series hentai y más fuentes de erotismo, pornografía y sensualidad nos abrieron sus puertas para acabar con tabúes, reservas inútiles y prejuicios sociales. Aquí están nuestros resultados: hemos sacado a la luz los secretos más arrebatados y estimulantes de Bogotá.


¿Por qué lo hicimos? Para dar un ejemplo, como bien dice José Cuberos, director de “Buena, Bonita y Bogotana”, “en Colombia se asocia la pornografía con prostitutas y proxenetas, lo cual no es un ambiente divertido”. Cuidado, las generalizaciones son peligrosas, y en los ámbitos donde el éxtasis y el erotismo son el centro de atracción, saltan comentarios de todo tipo reflejando una sociedad asustada por reconocer lo más íntimo de su vida. Algunos se atreverían a decir que esto no muestra más que una doble moral defendiendo la virginidad hasta el matrimonio en público y en privado se desfogan en unos labios. Así que, a lo largo de estas historias, además escribir con el mismo placer que se siente haciendo el amor, nos esforzamos en demostrar que no tiene porqué ser así. Alguien debe denunciar “el pedazo de carne” que las mujeres son ante los ojos de algunos hombres y cómo son las mismas mujeres quienes repudian a quienes se atreven a disfrutar de su libertad sexual. Alguien debe hablar sin tapujos y proclamar que somos dueños de nuestro propio cuerpo con todo el placer que eso implica. Alguien debe escribir sobre lo que nadie más se atrevería. Fuimos parte de eso, y al hacerlo, le rendimos culto a una Afrodita capitalina.


Entonces, tomen asiento. Ustedes también, hombres puritanos y mujeres ruborizadas. Si piensan que se condenarán, sí, será como ir al Infierno, arder y volver. Disfrútenlo, no todos los días se tiene la delicia de tener entre las manos a la diosa de la sexualidad, lujuria y belleza. Se los aseguro, la lectura de esta edición será todo un orgasmo.



Por Juliana Vargas

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