top of page

En Colombia sí hay porno, pero no es muy bueno. Los pioneros de la industria buscan crear una cultura de lo erótico en el país, que permita desarrollar productos de mayor calidad.

La industria porno en Colombia, como en el resto del mundo, ha tenido que adaptarse a los radicales cambios en la producción de contenido erótico. Con la aparición del internet y de las cámaras de bajo precio y cada vez más sencillas de manipular, los formatos cambiaron y la industria ahora tiene que enfrentarse al hecho de que la gran mayoría del porno es gratis o pirata. ¿Cómo mantener una industria bajo estas condiciones? ¿Cómo hacer dinero en un medio en el que cobrar es la excepción a la regla?


La gente ya no ve porno como lo veía antes. En los ochenta, más de diez salas de cine erótico de Bogotá recibían alrededor de diez mil visitantes al día. Hoy sólo quedan dos en la ciudad. La situación es similar en el resto del mundo, las revistas porno ya no gozan del prestigio que tenían hace décadas y los largometrajes eróticos ya empiezan a verse como cosa del pasado. Sin embargo, la pornografía está lejos de morir.  Según el portal www.alt1040.com hay alrededor de 24.5 millones de sitios web porno en el mundo y el 25% de todas las búsquedas están relacionadas con el tema. Con el internet y las posibilidades de las cámaras ligeras, la pornografía está más presente en la vida cotidiana de lo que jamás ha estado.


En Colombia se hace bastante porno en comparación a nuestros vecinos latinoamericanos. Para dar una idea de dimensión, en el portal www.santasporngirls.com la categoría Colombian tiene 1.035 videos.  Es una cifra significativa en comparación con la categoría Venezuelan, de 188;  Peruvian, de 292;  o Chilean, de 303. Hay otros que tienen más: la categoría Mexican tiene 4.235 videos y Brazilian tiene 22.348.


El porno criollo tiene demanda, pero en su mayoría se produce y se distribuye de forma subterránea e ilegal, los productos son de muy baja calidad y se nota de inmediato lo ‘amateur’ del asunto. El porno profesional en el país es escaso y se pueden contar con los dedos de una mano los actores reconocidos en el medio colombiano. Son muy pocas las productoras dispuestas a legalizarse y formalizarse como negocio. La posibilidad de hacer dinero e industria con el porno en Colombia no ha sido explorada a profundidad.
Dentro de este desierto de profesionalismo en la industria, la productora 17/26 Producciones se destaca por su ambición y elevados estándares. La empresa viene consolidándose desde hace unos 6 años, hasta el punto en que hoy no puede hablarse de industria porno en Colombia sin referirse a sus creadores, Andrea García y Cristian Cipriani. Esta empresa produce contenido colombiano de alta calidad, con el objetivo de ser vendido a suscriptores de sus páginas web o a grandes empresas internacionales. Producen videos cortos, pequeñas escenas, pues eso es lo que vende. Gracias a este formato corto pueden especializar su producto y enviarlo al exterior, donde se encuentran sus mayores ingresos. Así, en marzo de este año 17/26 entregó un paquete de 100 escenas para Penthuse, la inmensa multinacional del porno.


Con 17/26 la industria porno cobra fuerza y aprovecha la situación del porno en el mundo. Sin embargo, como dice Simón Posada, autor del libro ‘Días de Porno’, en una entrevista ofrecida para este artículo, “en Colombia nadie paga por porno”.  Puede tener mucho éxito afuera, pero en tanto no exista en Colombia una “cultura de buen porno”, en palabras de Posada, donde los consumidores estén dispuestos  a pagar por la calidad, la industria se verá limitada en sus posibilidades.


El estado de la industria se ve también en la situación de los actores. La mayoría de actrices son prostitutas a quienes les ofrecen dinero (de 80.000 a 300.000 pesos) como si fuera una noche más de trabajo y los actores son hombres interesados en una noche de sexo o en el morbo de participar en una producción porno (y por ello es raro que les paguen). A muy poca gente le interesa ser un personaje reconocido del ámbito pornográfico. “Aquí no hay cultura de actor porno” dice Posada. Por eso las divas colombianas del porno, como Esperanza Gómez y Zuleidy  Piedrahíta, han ido a buscar la fama a otros países.


La gente de 17/26 producciones trabaja constantemente en la promoción y producción de eventos y multimedia para adultos. Cristian y Andrea tienen su propio programa por las noches, en el que hablan de temas de sexo, y produjeron hace un tiempo su propio reality para adultos. Tal vez ese sea el siguiente paso para la industria, crear cultura para que la gente reconozca la calidad de las producciones. Por ahora, solo tenemos los nombres de unos pocos personajes que se van perfilando como miembros honorarios del panteón del porno colombiano, como Erik Logan, Nancy Cruz y Rasputín.

PORNO: INDUSTRIA INCIPIENTE EN COLOMBIA

Por Alejandro Vesga

bottom of page