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La palabra pornografía de acuerdo a su raíz etimológica del griego significa: “representación de (graphos) esclava sexual (porne)”. Para algunos esto muestra una relación de sumisión de la mujer y para otros simplemente se trata del desarrollo del derecho a la libertad de expresión.



Aunque Colombia es un país de costumbres y tradición conservadora, no existe ninguna penalización de la pornografía. El único límite que hay es el de la pornografía infantil. Lo anterior, lo afirmó la Corte Constitucional en la sentencia T-391 de 2007. En dicha sentencia, se debatía sobre el lenguaje soez utilizado por los comentaristas de la emisora La Mega, en el programa El Mañanero. La Corte reconoció que: “la legislación colombiana no penaliza ni la obscenidad ni la pornografía, pues tratándose de una sociedad pluralista como la colombiana, no se debe imponer una misma postura sobre los contenidos sexualmente explícitos.”.



Existe una tensión entre el derecho a la libre expresión y el derecho a la igualdad. Dicha tensión ha sido debatida por personas como las abogadas y académicas feministas, Catherine MacKinnon y Andrea Dworkin. MacKinnon y Dworkin acompañadas de un grupo de feniministas se atrevieron a hablar acerca de la pornografía y su incidencia en las relaciones de género, en un mundo en el que predomina la visión del género masculino. MacKinnon sostiene que la pornografía muestra a las mujeres como un objeto, subordinadas a la dominación constante del hombre. Por lo anterior, se reproduce en la sociedad una idea de subordinación de la mujer, lo cual juega un papel primordial en que siga existiendo desigualdad en la relación hombre - mujer.



El debate sobre la pornografía en Colombia está más en el plano de lo académico y de los derechos fundamentales, que en la ley como tal. Retomando los argumentos de MacKinnon y Dworkin, un grupo de profesoras de la Universidad de los Andes intentó traer éste debate al contexto colombiano. Isabel Cristina Jaramillo y Cristina Mota,  profesoras de la Universidad de los Andes, junto con María Mercedes Gómez, filósofa y especialista en derecho penal, publicaron con la editorial de la Universidad el libro "Derecho y Pornografía". Éste libro contiene el ensayo de MacKinnon "La Pornografía no es un dilema moral" y un ensayo introductorio escrito por Gómez titulado "La Mirada Pornográfica".



Según Jaramillo, la reacción a esta publicación no fue la esperada. Se buscaba suscitar un debate constitucional acerca de la pornografía y cómo ésta incide en la manera cómo es observada la mujer en los tiempos actuales. Sin embargo, Jaramillo resalta que no hubo debate alguno: “Cristina Mota lo publicó y la reacción fue terrible, los amigos de la Corte Constitucional estaban escandalizados, que eso era muy extremo, que porque nos íbamos a trabajar eso de la pornografía, que eso no tenía ningún sentido. Que eso ahí no había debate. Ese fue todo el debate que hubo, cinco comentarios.” También resaltó, que el momento de publicación del libro coincidió con la ya mencionada sentencia T-391 de 2007 la que la Corte no se pronunció en lo absoluto sobre la desigualdad de género.



Jaramillo afirma que, es muy difícil llevar a cabo éste debate frente a un ambiente tan conservador. Ella reconoce que se encuentran atrapadas a donde quiera que miren. Los ambientes más liberales utilizan el argumento que la pornografía puede observarse como una forma de liberación sexual y libertas de expresión de las mujeres. Sin embargo, según Jaramillo el argumento de la libertad es tan sólo una imposición más de la visión machista. Según las feministas, hay que verlo como es, las mujeres se convierten en objetos, objetos que disfrutan de la subordinación a frente a los hombres. En dicha relación del hombre como ser humano y la mujer como objeto, no se da una relación entre iguales, sino una de sumisión de la mujer. Además, las feministas resaltan que las mujeres de la industria pornográfica son constantemente maltratadas, explotadas y esclavizadas.

Pero, ¿qué se puede hacer al respecto? Existen acciones civiles para solicitar el cierre de los lugares de venta de pornografía, pero esto sólo es una solución temporal. Sin embargo, el problema va más allá y es por tal razón que no se puede seguir ignorando éste debate. Así pues, mientras el derecho y la política sigan dejando éste debate totalmente apartado de las instituciones públicas, seguirá reproduciéndose una visión mal formada de las mujeres como un objeto, y persistirá la desigualdad.

PORNOGRAFÍA: ¿LIBRE EXPRESIÓN O SOMETIMIENTO ESCONDIDO?

Por Virginia Upegui

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